Tigre sorpresa
La princesa: Padre, tú eres el rey. ¿Podré casarme con Miguel?
El rey: Querida, podrás si es capaz de matar al tigre encerrado tras una de estas cinco puertas. Miguel tiene que ir abriéndolas una tras otra, comenzando por la número 1. Y no podrá saber en qué cuarto se encuentra el tigre hasta que abra la puerta. Será un tigre sorpresa.
Cuando Miguel vio las puertas, pensó:
Miguel: Si llegase a abrir las cuatro primeras habitaciones y las encontrase vacías, yo sabría que el tigre me espera tras la quinta puerta. Pero el rey dijo que yo no podría saberlo por anticipado. Luego el tigre no podrá estar tras la quinta puerta. La quinta está descartada, así que el tigre debe estar en alguna de las otras cuatro. Pero, ¿qué sucedería si las tres primeras estuvieran vacías? Que el tigre debería encontrarse en la cuarta. Pero entonces no habría sorpresa. Así que la número 4 está eliminada.
Con igual razonamiento, Miguel demostró que el tigre no podría encontrarse tras la puerta número 3, ni tras la número 2, ni en la número 1. Miguel saltaba de alegría.
Miguel:¡Claro! ¡No hay tigres en ningún cuarto! Si lo hubiera en alguno no sería sorpresa, como aseguró el rey. Y el rey siempre cumple su palabra.
Habiendo demostrado que no había tigre alguno, Miguel fue abriendo las puertas osadamente. Para sorpresa suya, el tigre le saltó encima al abrir la número 2. Fue completamente inesperado. El rey había cumplido su palabra. Hasta hoy, los lógicos no consiguen ponerse de acuerdo acerca de en qué falla el razonamiento de Miguel.
Martin Gardner. Ajá, paradojas que hacen pensar.
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