En el documental "Adolf y Eva", vemos grabaciones domésticas de Eva Braun rodadas con una rudimentaria cámara a color. Eva juega, nada, sonríe, se divierte. Vemos el refugio de Hitler en los Álpes bávaros. Paisajes idílicos y una vida aristocrática. Con el mismo color, imágenes de campos de concentración. Humo, tierra, cientos de cadaveres apilados. Sin ropa. Al final una panorámica aérea. Berlín. Todo son ruínas.

El mismo grano, la misma fotografía.