miércoles, marzo 30, 2005

Creo que ya sé lo que falla de Madrid. Ayer estuve viendo por enésima vez Párpados, de Iván Zulueta. El Madrid que tengo en mi imaginación es el de esa historia de treinta minutos. A veces esa ciudad se vuelve real. Ciertos paseos, ciertas caras, las tardes en la filmoteca... Luego el sueño se desvanece. Aparecen el conservatorio y la figura de los atochianos, un exceso de endogamia y una falta de imaginación que trastocan por completo el ideal de ciudad total. Encontré el problema. Ahora puedo empezar a solucionarlo.

sábado, marzo 26, 2005

Más Cioran

Supremacía de lo adjetivo.




Como no puede haber sino un número restringido de posiciones cara a los problemas últimos, el espíritu se encuentra limitado en su expansión por ese límite natural que es lo esencial, por esa imposibilidad de multiplicar indefinidamente las dificultades capitales: la historia se atarea únicamente en cambiar el rostro de una cantidad de interrogantes y soluciones. Lo que el espíritu inventa no es más que una serie de calificaciones nuevas; vuelve a bautizar los elementos o busca en sus léxicos epítetos menos usados para un mismo e inmutable dolor. Siempre se ha sufrido, pero el sufrimiento ha sido o "sublime" o "justo" o "absurdo", según la visión de conjunto que el momento filosófico mantenía. La desgracia constituye la trampa de todo lo que respira; pero sus modalidades han evolucionado: han compuesto esa sucesión de apariencias irreductibles que inducen a cada instante a creer que es el primero en sufrir así. El orgullo de esta unicidad le incita a enamorarse de su propio mal y a hacerlo durar. En un mundo de sufrimientos, cada uno de ellos es solipsista con respecto a todos los otros. La originalidad de la desgracia es debida a la calidad verbal que la aísla en el conjunto de las palabras y las sensaciones...

Los calificativos cambian: ese cambio se llama progreso del espíritu. Suprimidos todos: ¿qué quedaría de la civilización? La diferencia entre la inteligencia y la estupidez reside en el manejo del adjetivo, cuyo uso no diversificado constituye la banalidad. Incluso Dios no vive más que por los adjetivos que se le añaden; esta es la razón de ser de la teología. Así, el hombre, calificando siempre diferentemente la monotonía de su infelicidad, no se justifica ante el espíritu más que por la búsqueda apasionada del nuevo adjetivo.

(Y sin embargo, esa búsqueda es lamentable. La miseria de la expresión, que es la miseria del espíritu, se manifiesta en la indigencia de las palabras, en su agotamiento y degradación: los atributos merced a los que determinamos las cosas y las sensaciones yacen finalmente ante nosotros como carroñas verbales. Y dirigimos miradas llenas de nostalgia al tiempo en el que no desprendían más que un olor a cerrado. Todo alejandrinismo proviene finalmente de la necesidad de airear las palabras, de prestar a su marchitamiento el suplemento de un refinamiento alerta; pero acaba en un agotamiento donde el espíritu y el verbo se confunden y descomponen. (Etapa idealmente postrera de una literatura y de una civilización: imaginemos un Valéry con el alma de un Nerón...)

Mientras nuestros sentidos frescos y nuestro corazón ingenuo se reencuentran y deleitan en el universo de las calificaciones, prosperan el azar del adjetivo, el cual, una vez disecado, se revela impropio y deficiente. Decimos del espacio, el tiempo y el sufrimiento que son infinitos: pero infinito no tiene más alcance que: hermoso, sublime, armonioso, feo...¿Quiere uno restringirse a ver el fondo de las palabras? No se ve nada, pues éste, separado del alma expansiva y fértil, es vacío y nulo. El poder de la inteligencia se ejercita en proyectar sobre él un lustre, en pulirlo y hacerlo deslumbrante; este poder, erigido en sistema, se llama cultura, fuego de artificio sobre trasfondo de nada.)

En los últimos días cuando veo algún informativo siempre aparece alguna noticia referente a la agonía de Terry Schiavo y a todo lo que se ha organizado alrededor en Estados Unidos. En principio no me parece mal que que la dejen de alimentar, ya que la otra alternativa es que la pobre mujer permanezca en ese estado hasta que muera de vieja. Sin embargo, este tema es suficientemente complejo como para no ser valorado a la ligera. Tiene suficientes implicaciones tanto morales como médicas y mi opinión no tiene mucha validez. Lo que me parece realmente mal es que cuando las autoridades permiten que muera legalmente lo hagan dejando que se seque poco a poco como si fuese un tiesto en verano. ¿Por qué no terminan con todo eso de una vez y le (o la) facilitan una muerte rápida?. No quiero entrar en valoraciones relativas a una muerte digna. Adjetivar la muerte se parece bastante a multiplicar por cero. Lo que pasa es que de algún modo instintivo, creo que dejar que una persona muera de ese modo es algo que no está nada bien.

jueves, marzo 24, 2005

Cuando estoy aburrido y me pongo a navegar por internet, estas son algunas de las páginas en las que me meto. Disfrutad con ellas:

esponjiforme.com

whitehouse.org

gameofsatan

Starship Troopers

Acabo de ver en el video "Las brigadas del espacio" de Paul Verhoeven y de leer en internet una serie de críticas sobre la película. Creo que la película es un brutal ejercicio de ironía pero que sin embargo la impresión que ha dejado es la de una mala película de ciencia ficción. A mí me ha parecido una película con detalles muy inteligentes y paródicos. Sin embargo, parece que cuando vemos cine nos conformamos con ver si la historia es verosímil o no. Jamás tratamos de interpretarla.

miércoles, marzo 23, 2005

Me tomo un gramo de paracetamol y una pastilla de amoxicilina. Me baja la fiebre y la garganta deja de doler. Es asombroso experimentar que somos pura química.

martes, marzo 22, 2005

Emile Cioran

El prejuicio del honor es propio de las civilizaciones rudimentarias. Cesa con la aparición de la lucidez, con el reinado de los cobardes, de aquellos que, habiéndolo «comprendido» todo, no tienen ya nada que defender.

Hemos saboreado todos el mal de Occidente. Sabemos demasiado del arte, del amor, de la religión, de la guerra, para creer aún en algo; hemos perdido además tantos siglos en ello... La época de la perfección en la plenitud está terminada. ¿La materia de los poemas? Extenuada. ¿Amar? Hasta la chusma repudia el «sentimiento». ¿La piedad? Visitad las catedrales: ya no se arrodillan en ellas más que los ineptos. ¿Quién desea aún combatir? El héroe está superado; únicamente la carnicería impersonal sigue de moda. Somos fantoches clarividentes, ya sólo capaces de hacer muecas ante lo irremediable.
¿Occidente? Una posibilidad sin futuro.


De "Silogismos de la amargura".

lunes, marzo 21, 2005

¿Y qué pasa cuando los recuerdos de lo que en su dia tuvo sentido tienen que dar paso a los recuerdos de lo que ahora tiene sentido?
Se adhieren a la piel como verrugas.

domingo, marzo 20, 2005

Hace tiempo que no me dedicaba a vaguear como estoy haciendo ahora mismo. He salido por la mañana. Había olvidado que en días como hoy la gente suele vestirse de domingo. Comida con los amigos. Luego acompañamos a Anna a la estación. Se larga para Alemania. No se cuándo la volveré a ver, pero se ha convertido en una de esas personas imprescindibles que hace que todo sea un poco mejor. Paseo por el Campo Grande. Había ardillas. La luz del sol tenía un extraño color plomizo y había un tremendo bochorno en el aire. Chocolate sin churros. Ahora estoy en casa. Veo como mi catarro crece poco a poco. Busco una película.

viernes, marzo 18, 2005

Compañero

no estoy solo.
ahora está aquí.
a veces creo que se ha
ido
pero vuelve
por la mañana o al
mediodía o por la
noche.
un pájaro que nadie quiere.
es mío.
el pájaro de mi dolor.
no canta.
ese pájaro
que se mece en la
rama.

Charles Bukowski. Poemas de la última noche de la tierra.

jueves, marzo 17, 2005

Lo imposible pasa. La realidad se pone boca abajo y hace un quiebro. El dolor o el enfado dan paso a la perplejidad y a la risa. El distanciamiento es el unico remedio contra la metástasis del absurdo.

Es todo muy raro.

martes, marzo 15, 2005

Cosas

Pues estos días han tenido cosas bonitas.
He leído "Poemas de la última noche en le tierra", de Bukowski (quien me parece mucho mejor poeta que novelista). Sus poemas han estado modulando mi estado de ánimo durante todo el fin de semana.
He conocido Gijón. Azules de Godard, olor a algas y un bonito casco viejo. Una gozada por cuanto tiene todo lo que puede representar la costa para un hombre de secano como yo.
He visto como en tres conciertos iban evolucionando muy favorablemente una serie de obras. Autoestima por las nubes y sentimiento paternal.
He oído a mi amigo Pedro hablarnos de su proyecto de seminario sobre Europa, de von Trier. La cara de su novia cuando de daba cuenta de que estaba saliento con uno de los tipos más inteligentes y brillantes que jamás iba a conocer era el reflejo del amor.
Ahora he llegado a Madrid. La situación del conservatorio se ha dedicado a joderme de manera retrospectiva todo el fin de semana.

domingo, marzo 06, 2005

Arbeit Macht Frei

El viernes tengo un concierto en Gijón, otro en Valladolid el domingo y finalmente otro en León el lunes. Mi profesor del superior no hace más que meterme caña y quiere que me monte un obrón de aquí a final de curso. Mi profesor de armonía no se queda corto y quiere que haga todos los cantus firmus del mundo a tropecientas especies. Como consecuencia de eso me he encerrado en mi piso como un eremita de los estudios. Hacía tiempo que no estaba tanto tiempo fuera de casa como hoy. Cuanto más trato de dedicarme a la música profesionalmente más siento que me alejo de ella como expresión artística. La técnica pasa de ser un medio a convertirse en una barrera. Los músicos somos las personas que menos pensamos en la música. En el conservatorio las conversaciones giran en torno a "Los Serrano", al mal cine, a los puñeteros exámenes y las oposicones a momia y el maldito dinero. Me planteo a menudo si todo esto merece la pena realmente. Boxear contra el piano cada vez me parece más una pérdida de tiempo. Sé que cada cual añora lo que no es, pero el caso es que lo que estoy haciendo en este momento no es lo que soñaba cuando tenía doce o trece años. Entonces lo único que quería hacer era crear mundos con mis manos. El Alef estaba detrás de cada sonido. Desde entonces me he deshecho de muchas ilusiona. Hace ya bastante tiempo que las notas musicales ya sólo son notas musicales.